sábado, 27 de julio de 2019

Las dos clases de sabiduría

Santiago 3:13-18         
Hoy también explica, con más detalles, sobre la solicitud de la sabiduría de Dios (1:5-8). Si en el texto anterior despertó cautela, destrozando el carácter diabólico de la lengua de los malos maestros, en este pasaje explica cómo diferenciar la sabiduría. 

Enseñanzas

V. 13. La persona que enseña debe mostrar la buena obra de la sabiduría, llevando una preciosa relación con los hermanos y hermanas dentro de la iglesia. La sabiduría santurrona, de los maestros que solo quieren enseñar, provoca la división y derriba la paz de la iglesia. Sin embargo, la sabiduría que manifiesta una hermosa conducta es humilde y dócil, que construye la bondad en la iglesia. ¿Es un maestro que por medio de la vida piadosa exhibe la sabiduría y la inteligencia? ¿Emplea la sabiduría con un corazón humilde y sumiso?
V. 14. La sabiduría y la inteligencia de la persona egoísta y provocadora, en lugar de tener un corazón tierno y manso, estorban la verdad y hablan a la ligera sobre sus vanidades. Planean artimañas para competir con los demás y ultrajan a las personas distorsionando la verdad. Meditemos si nuestra sabiduría no tiene estas características.
Vv. 15, 16. La sabiduría que habla envidias, peleas (por competencia) y que engaña viene del diablo y no de Dios. Como resultado, la iglesia pacífica sufre caos y se convierte en un lugar en donde se cometen toda clase de perversidades. Aunque sea justificable moralmente, si hace extraviar a un hermano y entrar en confusión a la iglesia, esto es ciertamente una sabiduría diabólica y carnal. Debemos prontamente arrepentirnos y reparar los daños. 

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