Si Santiago fue el hermano de Jesús mencionado en los evangelios (Mar. 6:3), su exacto parentesco queda aún sin precisares. ¿Fue Santiago hijo de José, nacido en un anterior matrimonio, lo que lo convertiría realmente en un hermanastro, o fue su medio hermano, hijo de José y María, o se usaba la palabra hermano en forma tan amplia que servía para designar a “los primos”? Todas estas teorías han sido propuestas en diversos tiempos y por lo general la primera y a tercera se han definido por quienes arguyen la perpetua virginidad de María.
La tercera parece ser la menos digna de aceptación, porque las referencias que se hacen a los hermanos y hermanas de Jesús (Mar. 6:3; Mat. 13:55; Juan 2:12; 7:3, 10) implican que hubo entre ellos y Cristo las relaciones que se guardan dentro de una familia con la que se convive y no con la que no vivimos. Si fueron mayores que Jesús y no hijos de María, resulta muy explicable aquel aire de superioridad y aquella actitud incrédula que mantuvieron contra él (Juan 7:3-5).
El hecho de que Jesús encomendara su madre a Juan más bien que a alguno de sus hermanos se explicaría fácilmente por el hecho de que ninguno estaría suficientemente interesado en hacerse responsable de ella a la que consideraban madrastra. Por otra parte, el hecho de que vinieran con ella para oponerse a Cristo en cuanto a su predicación pública (Mat. 12:46-50) podría ser un argumento a favor de que eran hijos de ella.
En cualquier caso, Santiago creció en el mismo ambiente que Jesús y estuvo estrechamente con Él durante todos los años que precedieron a su ministerio. Su herencia cultural sería prácticamente la misma de Jesús. Como un intérprete de la verdad tendría la ventaja de conocer plenamente su contexto histórico y geográfico. Aunque Santiago no fue creyente durante la vida de Jesús (Juan 7:2-8), fue testigo de la resurrección (I Cor. 15:7) y estuvo entre los que esperaron el Espíritu hasta el día de pentecostés (Hech. 1:14).
Después de que Pedro se retiró de Palestina (12:17) Santiago se encargo de la dirección de la iglesia de Jerusalén. Se distinguió por su estricto apego a la ley (Gál. 2:12) y posteriormente fue el campeón de los judíos disgustados por la reputación de Pablo (Hechos 21:17-26). Sería exagerado decir que era contrario de Pablo; pero sí, abogaba por una más estricta aplicación de la ley a los cristianos, que lo que Pablo en su ministerio exigía de los gentiles.
No hay indicación de que Santiago se opusiera en principio a la enseñanza de Pablo. Según Gálatas, le dio a Pablo la diestra de compañerismo (Gál. 2:9, 10), y en Hechos su comportamiento en verdad no fue el de un antagonista. Estuvo solícito para remover todos los prejuicios que los judíos pudieran haber tenido contra la verdadera actitud de Pablo. Por otra parte debió haber temido que con el olvido del sistema de la ley llegara el relajamiento y el descuido en al conducta, lo que naturalmente deshonraría el nombre de los creyentes cristianos. Su epístola fue escrita para comentar la ética de la vida práctica de la misma manera que pablo escribió por idénticas razones las aplicaciones prácticas que forman parte de sus epístolas.
Santiago: Normas justas para vivir
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