domingo, 21 de octubre de 2018

Quitó lo primero

Quitó lo primero Hebreos 10:1-10

El autor continúa exponiendo las ventajas del nuevo pacto. Una vez más, destaca la restricción al libre acceso a la adoración de Dios por medio de la ley (vv. 1-4) y, citando el Salmo 40:6-8, demuestra el reemplazo del antiguo culto sacrificial por la perfecta obediencia de Cristo en la cruz.

¿Cómo es Dios?Vv. 1-4. Cristo vino a perfeccionar la ley antigua. Pues, los sacrificios ofrecidos bajo aquel sistema no pudieron limpiar por completo a quienes venían a adorar. El hecho de que estos sacrificios se repetían una y otra vez, comprobaba la realidad de que ellos no podían purificar una sola vez y para siempre. En realidad, la sangre de los animales de ninguna forma puede borrar los pecados. Los sacrificios ofrecidos cada año, servían para hacerles recordar sus pecados. Pero, ahora, somos limpiados por la sangre del sacrificio de Jesucristo.

Vv. 5-9. No desea sacrificio ni ofrendas de animales. A Dios no le agradan los holocaustos ni las ofrendas por los pecados. La ley era sólo una sombra de los bienes venideros y no su presencia verdadera. Sin embargo, el sacrificio del cuerpo y de la sangre, ofrecido por Cristo una sola vez y para siempre, fue el cumplimiento de la voluntad de Dios presagiada por la sangre de los toros y los machos cabríos.

V. 7. Cristo agradó a Dios haciendo su voluntad. El Señor vino al mundo no sólo para llevar a cabo la ley antigua, obedeciendo pasivamente el sistema de sacrificios, sino también para cumplir la voluntad de Dios manifestada en el nuevo pacto. A Dios no le agradan las ofrendas externas (vs. 5-6), sino la obediencia a su voluntad. Por lo tanto, debemos adorar a Dios obedeciendo la palabra meditada, antes que meditar de modo formal.

Enseñanzas

Vv. 5-7. Debemos hacer la voluntad de Dios, para agradarle a Él. Aunque le entreguemos muchas ofrendas e incluso le demos un culto maravilloso, de nada sirve si no obedecemos la voluntad de Dios. ¿Se esfuerza usted por complacer a Dios?

V. 10. Fuimos santificados mediante el sacrificio del cuerpo de Jesucristo. Entonces, ¿no deberíamos recordar siempre nuestra nueva identidad y vivir acorde a ello?

Oración: Señor Jesús, te doy gracias por haber cumplido la voluntad del Padre.

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