A diferencia de los sacerdotes del antiguo pacto, Jesús se sentó a la derecha de Dios y completó su ministerio de sumo sacerdocio (vv. 11-14). Como resultado de ello, los cristianos ya no tienen la necesidad de ofrecer más sacrificios por los pecados (vv. 15-18). Por eso, exhorta a todos los que están bajo la nueva alianza a mantenerse firmes en la esperanza de la fe (vv. 19-25).
¿Cómo es Dios?
Vv. 11-14. Por medio de una sola ofrenda por los pecados, Él nos perfeccionó y se sentó a la derecha de Dios. Jesucristo ofreció un solo sacrificio para siempre, y luego se sentó en el lugar de honor, a la derecha de Dios, esperando hasta que sus enemigos sean puestos por debajo de sus pies. Ahora, Cristo, sentado en el trono celestial, sigue ejerciendo su ministerio sacerdotal por su pueblo. Él escucha nuestras oraciones y nos ayuda en nuestras debilidades desde el trono de la gracia.
Vv. 15-18. Limpió completamente nuestros pecados. Por eso, nosotros que fuimos perfeccionados mediante el sacrificio de Cristo, no necesitamos ofrecer más sacrificios por el pecado, porque por medio del sacrificio del cuerpo de Jesucristo se completó el nuevo pacto, se escribieron las leyes de Dios en nuestros corazones y Dios perdonó nuestros pecados y nuestras transgresiones para siempre.
Enseñanzas
Vv. 19, 20. Ahora, podemos entrar con seguridad en la presencia de Dios mediante la sangre de Jesús, porque Él abrió el nuevo camino de vida. ¿Se acerca diariamente a Dios y vive en su presencia en virtud de la sangre de Jesús?
Vv. 21-23. Puesto que tenemos un gran Sumo Sacerdote, debemos acercarnos a Dios con corazón sincero y con plena confianza en Él. No debemos dudar de la esperanza que afirmamos, porque Dios es fiel a su promesa de la salvación. ¿Duda o titubea de la esperanza de salvación cuando se enfrenta a los problemas complejos de la vida?
Vv. 24, 25. Debemos preocuparnos más por la vida comunitaria y abandonar el individualismo. Debemos estimularnos los unos a los otros a tener más amor y a hacer el bien, a fin de mantenernos firmes en la fe. ¿Hay algún miembro de la congregación que necesita de su ayuda? ¿Ha dejado de asistir a las reuniones de la congregación? No debemos dejar de congregarnos, sobre todo ahora que el día del regreso de nuestro Señor se acerca.
Oración: Señor, deseo servirte de corazón sincero y con la plena seguridad de la fe.
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