Lunes 15 de Octubre Hebreos 7:1-10
El sacerdocio superior de Melquisedec
Luego de presentar en varias oportunidades a Jesús como “el Sumo Sacerdote de la orden de Melquisedec”, el autor fundamenta la superioridad del sacerdocio de Melquisedec sobre el sacerdocio de la orden de Leví, mencionando el pasaje de Génesis 14:17-20.
¿Cómo es Dios?
El sacerdocio superior de Melquisedec
Luego de presentar en varias oportunidades a Jesús como “el Sumo Sacerdote de la orden de Melquisedec”, el autor fundamenta la superioridad del sacerdocio de Melquisedec sobre el sacerdocio de la orden de Leví, mencionando el pasaje de Génesis 14:17-20.
¿Cómo es Dios?
V. 1. Jesús es Rey y Sacerdote. Melquisedec fue rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo. En efecto, Cristo ejerció las funciones de Rey y Sacerdote al igual que Melquisedec (Salmos 110:4). Jesús vino a este mundo, como Sumo Sacerdote y sacrificio perfecto, para reconciliarnos con Dios.
V. 2. Es el Rey de justicia y de paz. Cristo es el Rey del reino de Dios que gobernará eternamente con paz y justicia. Por eso, su justicia y su paz serán transmitidas allí donde se proclama el evangelio de Jesús. ¿Es usted un mensajero de la paz y la justicia del Señor?
Vv. 3, 8. Su resurrección le hizo sacerdote para siempre. Cristo Jesús es el Sacerdote “eterno” en semejanza a Melquisedec, pues no tiene origen humano, ni principio ni fin. Si bien los sacerdotes del orden de Leví son hombres que mueren, Melquisedec es el sacerdote que vive para siempre. A diferencia del orden del sacerdocio levítico y la ley que fueron temporales, Jesús se hizo sacerdote eterno a través de la resurrección y nos ayuda en nuestras debilidades. Y ahora Él está sentado a la diestra del Padre, intercediendo por la salvación de los cristianos fieles.
Vv. 4-10. El sacerdocio de Melquisedec goza de un estado más alto que el sacerdocio Levítico por cuanto Melquisedec recibió los diezmos de Abraham (vv. 4-6, 9-10), lo bendijo (vv. 6, 7) y poseyó vida eterna (v. 8). Por lo tanto, su sacerdocio es superior al de Aarón establecido por la ley. Por consiguiente, no deberemos volver al sistema de la ley, más bien confiar plenamente en Cristo, nuestro gran Sacerdote.
Oración: Te alabo, ¡oh! Señor, por haberme dado a Jesucristo, el Sacerdote eterno y superior a Aarón.
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