Miqueas 2:1-13
El texto contiene las palabras que, destinadas a los adinerados de Judá y Jerusalén, enuncian acerca de las calamidades que recibirán los malvados y de la salvación que tendrán los remanentes de Dios.
¿Cómo es Dios?
Vv. 1-5. Castiga con severidad a aquellos que ansiosamente llenan sus codicias y les prohíbe la incorporación como parte de su pueblo. Con tono de desprecio, Dios llama “esta gente” a estas personas que disconformes con las cosas que Dios les ha otorgado, hurtaron las riquezas de los demás a fin de colmar sus ambiciones. Puesto que, ante los ojos del Señor, Israel no poseía ningún aspecto que sea acorde con la figura de “su pueblo”, finalmente, sus fortunas serán expropiadas por los traidores y serán privados de la herencia del reino de Dios. ¿Cómo somos? ¿No está perjudicando la seguridad del otro por perseguir su estabilidad? Aléjese pronto de “esta gente” y regrese al lugar del pueblo de Dios.
Vv. 12, 13. Promete a su pueblo la restauración y la salvación genuina. Si bien, todas aquellas personas que no desearon escuchar la palabra de Dios serán aniquilados, los devotos que vivieron fieles a la palabra serán reunidos y copiosos como un rebaño de ovejas. Además, Dios será por sí mismo el pastor de su pueblo, les abrirá el camino y actuará por ellos. Por eso, aunque el pecado esté tan profundamente penetrado en nuestra sociedad como para no poder hallar personas que viven por fe, no debemos desanimarnos ni desfallecer, porque hay alguien en algún rincón del mundo que vive según la palabra de Dios y, además, llegará el momento en que innumerables testigos cubiertos por una inmensa nube serán puestos frente a nuestros ojos.
Enseñanza
Vv. 6-11. El pueblo de Judá les advierte a los profetas que “dejen de profetizar”. Incluso, los amenaza con destruirlos si persisten con las profecías. Ellos no toleraban escuchar las reprensiones del pecado ni las advertencias del juicio, pues, para ellos, vivir una vida próspera en este mundo era más importante que llevar una correcta relación con Dios. Por tal motivo, despreciaron a los verdaderos profetas y desearon a los falsos maestros que satisfacían sus intenciones. ¿De qué forma acepta la palabra de Dios? Escuche con placer las reprimendas que el Señor hace, ya que en él está el camino de la vida.
Oración: Señor, deseo crecer como una persona que aprende y enseña correctamente tu buen plan.
El texto contiene las palabras que, destinadas a los adinerados de Judá y Jerusalén, enuncian acerca de las calamidades que recibirán los malvados y de la salvación que tendrán los remanentes de Dios.
¿Cómo es Dios?
Vv. 1-5. Castiga con severidad a aquellos que ansiosamente llenan sus codicias y les prohíbe la incorporación como parte de su pueblo. Con tono de desprecio, Dios llama “esta gente” a estas personas que disconformes con las cosas que Dios les ha otorgado, hurtaron las riquezas de los demás a fin de colmar sus ambiciones. Puesto que, ante los ojos del Señor, Israel no poseía ningún aspecto que sea acorde con la figura de “su pueblo”, finalmente, sus fortunas serán expropiadas por los traidores y serán privados de la herencia del reino de Dios. ¿Cómo somos? ¿No está perjudicando la seguridad del otro por perseguir su estabilidad? Aléjese pronto de “esta gente” y regrese al lugar del pueblo de Dios.
Vv. 12, 13. Promete a su pueblo la restauración y la salvación genuina. Si bien, todas aquellas personas que no desearon escuchar la palabra de Dios serán aniquilados, los devotos que vivieron fieles a la palabra serán reunidos y copiosos como un rebaño de ovejas. Además, Dios será por sí mismo el pastor de su pueblo, les abrirá el camino y actuará por ellos. Por eso, aunque el pecado esté tan profundamente penetrado en nuestra sociedad como para no poder hallar personas que viven por fe, no debemos desanimarnos ni desfallecer, porque hay alguien en algún rincón del mundo que vive según la palabra de Dios y, además, llegará el momento en que innumerables testigos cubiertos por una inmensa nube serán puestos frente a nuestros ojos.
Enseñanza
Vv. 6-11. El pueblo de Judá les advierte a los profetas que “dejen de profetizar”. Incluso, los amenaza con destruirlos si persisten con las profecías. Ellos no toleraban escuchar las reprensiones del pecado ni las advertencias del juicio, pues, para ellos, vivir una vida próspera en este mundo era más importante que llevar una correcta relación con Dios. Por tal motivo, despreciaron a los verdaderos profetas y desearon a los falsos maestros que satisfacían sus intenciones. ¿De qué forma acepta la palabra de Dios? Escuche con placer las reprimendas que el Señor hace, ya que en él está el camino de la vida.
Oración: Señor, deseo crecer como una persona que aprende y enseña correctamente tu buen plan.
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