sábado, 24 de febrero de 2018

Jesús cura a la mujer con flujo de sangre

Marcos 5:21-34 
Mientras Jesús se dirigía a restaurar a la hija de Jairo, jefe de la sinagoga, cura la enfermedad de la mujer que padecía hemorragia durante 12 años. La historia de la hija de Jairo abraza el suceso de la mujer con flujo de sangre. 

¿Cómo es Jesús?
V. 34. Otorga a la mujer que se acercó a Jesús para ser sanada, no sólo la curación de la enfermedad sino también la restauración de la relación con Dios y la salvación para que disfrute la paz que ella da. El resultado no fue solamente la sanidad física, sino también una nueva vida. ¿Qué le desafía esta fe de la mujer que confió en su restablecimiento con sólo tocarle a Jesús?
Enseñanzas 
Vv. 22, 23. Jairo se acercó a Jesús con el problema de la muerte de su hija. De manera distinta a los demás líderes religiosos, no tuvo en cuenta la reputación y se aproximó a Jesús con humildad para pedir su ayuda. En ocasiones, el prestigio social impide que nos acerquemos hacia Jesús. ¿En qué aspecto de su vida le cuesta aproximarse a Jesús por causa de la reputación, orgullo o las miradas de los demás? 
Vv. 27, 28. La mujer que padecía de hemorragia oyó la noticia de Jesús en su condición inferior de desesperanza y se acercó al Señor. Dentro de la sociedad, personas con esta clase de patología eran tratadas como pecadores, ya que en la religión hebrea era considerada una enfermedad impura (Levítico 15:25-33). Había probado toda clase de medios para su curación, pero sus riquezas fueron disipándose y su enfermedad agravando. En medio de una situación de desaliento, ella escuchó los rumores acerca de Jesús y, con fe, se acercó a Él. La creencia de la mujer era absoluta en una situación de cese de esperanza. Tenía la seguridad de ser salva con el sólo hecho de tocarle el manto del Señor. ¿Qué hace en momentos de una profunda desesperanza? ¿Se dirige al Señor con los problemas? Gracias a este hecho, Jairo, que vio de cerca el milagro, no tuvo más temor y confió la salvación de su hija por Jesús. Es así cómo nuestra pequeña actitud de fe puede ser de oportunidad para proveer fe a alguna otra persona.

Oración: Te entrego todos mis problemas y dificultades. Restáuralos con tu misericordia.

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